martes, 22 de enero de 2013

MOLÉCULAS



“Pasa el viento:
pasa y vuelve.
Pasa el hombre:
pasa y no vuelve.”
Canción popular inuit.

Para hallarte –/a ti/, en plenitud– necesito hallarme / hallarme en la distancia que es mi tacto, hallarme en las horas que son mis pensamientos. / Qué es el tiempo, sino el movimiento cíclico de colores que nuestra pobre mente no logra capturar / y, el espacio, ese color desvaído eterno que, en sí mismo es el principio y el final, pues carece de fronteras. / Nuestra humanidad no ha de ser más que, el intento de comprensión de esos retazos de eternidad, de los que evanescentes somos verdadera parte móvil. / Para hallarte: curvatura de tiempo-espacio /ahora y solo ahora –que es nunca– en este pedazo de eternidad / mientras me dure este cuerpo arterioso, cuyo ADN aún es materia. / Pero, no basta. / Para hallarte extraordinaria y límpida, cual primera imagen, de ti, en mi cerebro; / necesito quebrar el curso del tiempo. / Qué pues somos nosotros, cuyos espasmos son deleites y de cuya placidez arrancamos angustias / nada hicimos; somos apenas, creaturas de lo eterno / y, si este juego es cíclico / de seguro no es la primera vez que ensoñamos la eternidad juntos. / Y, tantos átomos atados el uno al otro / y, tú y yo buscándonos: magnetismo que, creemos etéreo en este insignificante espacio del que aún no podemos escapar. / Y, es que si nos retorcemos por un momento, de seguro, desde lo más profundo de nuestra desventurada humanidad / hemos de tratar de escapar / así; en los albores de nuestra evolución / quisimos escapar de nuestra inocencia animal / y logramos que las imágenes dispersas en nuestros sueños se ordenen / contradiciendo, como la vida misma, el desorden universal. / Entonces, nunca más dejamos de soñar: dormidos o despiertos, todo el tiempo soñamos. / Para hallarte, para hallarnos: “Teoría de probabilidades” / puesto que, todo fenómeno universal pende de lo favorable y lo posible. / No basta ya, el intento de organizar tus átomos en mis sueños: es el espacio-tiempo que no permite que nos detengamos, ahora, ya mismo: ingenuos, inmutables, bellos como ninguno. / Es el tiempo-espacio que, antes de difuminarnos nos mostrará los monstruos insignificantes que somos inclusive, al nacer. / En suma: para hallarte es menester no existir; puesto que, nada fue y nada será, sino que, simplemente “es”, estando presentes o no, nosotros –moléculas complejas–.

Yo y solo yo.

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