martes, 2 de abril de 2013

FRAGMENTARIO SOBRE EL EXISTIR





SIN TÍTULO 1

De esos polvos desérticos / cuando no tuvo tiempo de pensarse / había crecido sin saberse efecto / o quizá en supremo causa / como si su espacio hubiese querido mostrarse ante su insignificancia / y desde esa insignificancia hubiese podido nombrarse a sí mismo. / De la luz que quiso ser vista había apartado para siempre su oscuridad / hallándose eternamente desnudo / mientras participaba de ese gran viaje en el vacío.

SIN TÍTULO 2

Su albura no fue más que el silencio que lo vistió de oscuridad / no pensándose innumerable se echó al andar / desde su principio que no fue en su hogar / le sucedió el miedo de quedarse en aquello / como si finalmente el hogar fuese quien primero se hastiase. / Supo amar e idolatrar a aquello que le engendró desde el momento en que le despertó el alba / y ahora bien, como si hubiese de pronto llegado el ocaso a su memoria / no ha parado de quedarse en el mismo hoyo / haciéndolo más enorme que su entendimiento.

SIN TÍTULO 3

Es de sí / de quien vino el todo. Es / él, entonces que vino de la nada para sumergirse en todo / y ese todo no fue guardado sino en su absoluto ser / que no es el mismo que lo mantiene dejando huellas. / Es esa memoria absoluta / y no él, quien apenas es un instante en aquello que no fue y no será / antes ni después de que él llegue o se marche. / Es aquel eterno moverse que suscita el principio / y el final de la cualidad más magnífica de lo que ocupa un lugar en el vacío.

SIN TÍTULO 4

Lo que se va no estuvo aquí / sino para horadar el instante de lo que avanza  / antes de que lo inusitado empiece a multiplicarse y a moverse por sí mismo /y, sea ‘él’ / al fin, quien defina sus pasos entre los límites de su espacio / mientras lo que no tiene prisa pase a través de él / en su indefinido avance. / Y, es él y los varios que vinieron de la misma hondura del desorden / que con tenacidad transitan lo que no se detiene / ordenando el caos.

SIN TÍTULO 5

Dejándose llevar en el tiempo / procura una distancia de sí mismo / cual fuese que no pudiese –tan solo –consigo existir / y se ha adaptado a su suelo / como si este fuese su principio y su final. / Corre en círculos a fin de dar más pisadas en su inexplicable andar / como si las huellas que dejó permaneciesen en comparación suyo / cual el avance de ese andar lo llevase a terminar con su eterna ansiedad. / Y sigue aquí / aunque hace mucho se ha marchado al encuentro consigo mismo / cuando ya sea apenas un rayo invisible.

SIN TÍTULO 6

Avanza sin dudar de la distancia que lo separa de su propio límite / como si nunca fuese a acabársele el camino o ‘él’ / sino apenas su suelo y su cuerpo. / Muere de vez en vez / y, sin embargo / aún se mueve sobre la superficie de su hogar / cambia de color y de forma / está aquí y (pronto estará) allí. / Cual sin él o sin ellos como él / esto que fue forjándose desde la explosión / no pudiese existir. / Está en él  o en ellos / que volverán a ser uno / al desprenderse de su color y su forma / vagando en su eternidad, hasta repetir el ciclo.

Mine.

martes, 22 de enero de 2013

MOLÉCULAS



“Pasa el viento:
pasa y vuelve.
Pasa el hombre:
pasa y no vuelve.”
Canción popular inuit.

Para hallarte –/a ti/, en plenitud– necesito hallarme / hallarme en la distancia que es mi tacto, hallarme en las horas que son mis pensamientos. / Qué es el tiempo, sino el movimiento cíclico de colores que nuestra pobre mente no logra capturar / y, el espacio, ese color desvaído eterno que, en sí mismo es el principio y el final, pues carece de fronteras. / Nuestra humanidad no ha de ser más que, el intento de comprensión de esos retazos de eternidad, de los que evanescentes somos verdadera parte móvil. / Para hallarte: curvatura de tiempo-espacio /ahora y solo ahora –que es nunca– en este pedazo de eternidad / mientras me dure este cuerpo arterioso, cuyo ADN aún es materia. / Pero, no basta. / Para hallarte extraordinaria y límpida, cual primera imagen, de ti, en mi cerebro; / necesito quebrar el curso del tiempo. / Qué pues somos nosotros, cuyos espasmos son deleites y de cuya placidez arrancamos angustias / nada hicimos; somos apenas, creaturas de lo eterno / y, si este juego es cíclico / de seguro no es la primera vez que ensoñamos la eternidad juntos. / Y, tantos átomos atados el uno al otro / y, tú y yo buscándonos: magnetismo que, creemos etéreo en este insignificante espacio del que aún no podemos escapar. / Y, es que si nos retorcemos por un momento, de seguro, desde lo más profundo de nuestra desventurada humanidad / hemos de tratar de escapar / así; en los albores de nuestra evolución / quisimos escapar de nuestra inocencia animal / y logramos que las imágenes dispersas en nuestros sueños se ordenen / contradiciendo, como la vida misma, el desorden universal. / Entonces, nunca más dejamos de soñar: dormidos o despiertos, todo el tiempo soñamos. / Para hallarte, para hallarnos: “Teoría de probabilidades” / puesto que, todo fenómeno universal pende de lo favorable y lo posible. / No basta ya, el intento de organizar tus átomos en mis sueños: es el espacio-tiempo que no permite que nos detengamos, ahora, ya mismo: ingenuos, inmutables, bellos como ninguno. / Es el tiempo-espacio que, antes de difuminarnos nos mostrará los monstruos insignificantes que somos inclusive, al nacer. / En suma: para hallarte es menester no existir; puesto que, nada fue y nada será, sino que, simplemente “es”, estando presentes o no, nosotros –moléculas complejas–.

Yo y solo yo.